viernes, 23 de octubre de 2009

¡Otra vez la burra al trigo!


Bien dice la frase de Marco Tulio Cicerón de hombres es equivocarse; de locos persistir en el error y es que esos y otros calificativos más duros se merecen los diputados de la flamante LXI legislatura porque literalmente están viendo el temblor y no se hincan.

Hace falta estar loco para pretender incrementar los impuestos en un entorno recesivo, hace falta ser estúpido para subir arbitrariamente la estimación del precio del barril de petróleo para el año 2010 a sabiendas de que ya no hay y no puede seguir siendo la fuente de financiamiento público, hace falta ser retrasado mental para aumentar el déficit cuando ya se tienen muchos compromisos nacionales e internacionales.

En fin que hace falta ser una runfla de imbéciles pusilánimes para no querer entender que el financiamiento para el desarrollo debe descansar en las contribuciones de todos los mexicanos y no en aumentar la carga al 40% que sostiene al país con sus impuestos pero, ah como se le tiene pavor a tocar siquiera con el pétalo de una rosa a los pobres, como si fueran reliquia sagrada.

Y es que los tan llevados y traídos pobres se han convertido en el lastre que impide a México levantar el vuelo, no por su estado de precariedad ni por su condición de desigualdad, sino porque a la clase política le conviene que existan pobres para justificar su discurso populista y mediocre.

¡Malditos pobres, urge exterminarlos!, no como frase de reivindicación clasista, sino como una exigencia a toda la sociedad mexicana para desterrar la indignante pobreza que sí se puede pero que no se quiere o no conviene combatir; ya estuvo bueno de que les demos limosnas en la calle o a través de programas gubernamentales asistencialistas que sólo los mantienen vivos pero no los sacan de pobres.

Se recita hasta el cansancio que cobrarle IVA a los pobres es un atentado a su economía, pero esa es retórica barata que pretende acarrear el aplauso fácil y los votos de los ignorantes, la verdad es que si no hacemos responsables al 60% de los mexicanos que no pagan impuestos estaremos fundando una nación de irresponsables que no tienen ningún aprecio por su país pero que esperan que su gobierno los mantenga. Que decadente panorama.

Siendo México una de las primeras quince economías del mundo, no se puede entender que la riqueza esté tan mal distribuida y sea uno de los países más desiguales del orbe, pero todo ello por ese afán de preservar los cotos de poder de unos cuantos malandrines que se enriquecen a costa de la pobreza de la gente. Parafraseando a Álvaro Vargas Llosa: la transferencia de la riqueza de los pobres a los ricos.

Desde mi muy particular opinión y en un ejercicio si se quiere reduccionista y simplón, con que tan sólo el gobierno cobrara un único impuesto por toda actividad económica y al consumo del 13%, se podría recaudar un porcentaje tan alto del PIB nacional que alcanzaría perfectamente para tapar el “boquete presupuestal”, todo el gasto corriente y sobraría una buena cantidad de recursos para financiar el desarrollo.

Lo anterior quizá suene muy poco ortodoxo y hasta exagerado pero esas y otras más ácidas acusaciones recibió, por parte de muchos economistas, el Premier Estonio Mart Laar, quien en 1994 introdujo el modelo fiscal denominado Flat Tax y en tan sólo diez años cambió las cifras de una inflación del 1000% a una del 2.5%; y una tasa de crecimiento del PIB de -30% a 7% anual.

Recudir los impuestos sí es popular pero además estimula la recaudación y la inversión, se amplia la base tributaria y al cerrar el paso a las exenciones exorciza la evasión y los cambios de régimen fiscal y al tener una tasa tan baja se fomenta la contratación hasta de mano de obra no calificada.

Estas medidas sí son de combate efectivo a la pobreza y detonan el crecimiento económico del país pero, ¿Qué pasaría si se acaba la pobreza en México?:

* Se le acabarían los pretextos al poder público para justificar programas ineficientes y en consecuencia se vería obligado a reducir considerablemente el tamaño del gobierno con lo que se acabarían los incentivos que un candidato presidencial podría ofrecer a cambio de apoyos políticos y votos.

* Los políticos se quedarían sin ideas engañabobos para mantener cautivos los votos de los pobres.

* Todo el aparato gubernamental se tendría que poner a trabajar de verdad en vez de hacerse tontos con presuntas teorías e ideologías maniqueas para hacer creer a la población que son indispensables para el futuro de la patria.

* Se acabarían los parásitos de la vida pública.

Pero precisamente por todos los perjuicios que acarrea a la clase política una reforma hacendaria profunda y con la mira puesta en el crecimiento de México y de los mexicanos es que no se hace lo correcto.

Aquí es donde los mexicanos tenemos la culpa, porque no nos hacemos responsables de los errores que cometemos como ciudadanos al elegir malos representantes y por lo obtusos que somos para seguirnos tragando el anzuelo discursivo de las limosnas oficiales a los pobres. No olvidemos que no se trata de atender a la pobreza, sino de crear riqueza para todos.

Los políticos en México ya son manzanas podridas y seguirán apostando siempre por los remiendos a un traje sucio y maltrecho para no perder el poco poder que tienen enfundados en él, siempre poniendo de pretexto el falso discurso de los pobres sin darse cuenta que a este país le quedan menos de diez años de vida si lo llevan por esa ruta.

Lo más grave es que ya se hayan dado cuenta y prefieran enriquecerse a costa de nosotros unos cuantos años más para que, justamente a un instante de que se incendie el país, huyan a otra parte con todo lo que le pudieron sangrar a la patria, aunque después nuestro México se ahogue en su inmundicia y termine desangrándose para ser la Ruanda, el Congo o la Angola del continente americano.

¿Nos lo merecemos?

viernes, 21 de agosto de 2009

Palabra de honor


Este día hay un cumpleaños y aunque no hay nada que celebrar si deberíamos apagar todas las velitas y las veladoras que millones de mexicanos encienden todos los días para invocar a quien más confianza se le tiene en el mundo espiritual, que nuestros familiares vayan y vuelvan con bien a nuestras casas.

Así es, hoy hace justamente un año se firmó el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad en el que los gobiernos estatales, el del Distrito Federal y el gobierno federal suscribieron una serie de compromisos para atenderse de inmediato y hasta en un plazo de dos años sin que se hasta ahora se tengan resultados satisfactorios.

Y es que como dice Alejandro Martí, hace falta voluntad política para cumplir, y añadiría que no sólo con los compromisos en materia de seguridad, sino en todos los compromisos públicos que hace la autoridad en cualquiera de sus niveles y órdenes.

Volviendo al tema de la inseguridad, no nos hagamos tontos, meter la mano hasta el fondo de la cloaca tiene costos políticos tan altos que nadie tiene los pantalones para poner en riesgo su futuro político y su integridad física a favor del país.

Todo comienza con la “inocente” permisividad a faltas que parecen insignificantes pero sin las cuales, nuestro sistema de incentivos perversos no funciona. Menos en elecciones.

En efecto, cuando al ciudadano común se le permite estacionarse en lugares prohibidos, tirar basura, instalarse en la calle a vender piratería y contrabando, entonces se desvirtúa el pacto social y nadie le teme a la autoridad. Es aún más grave cuando la autoridad se disloca y en vez de sancionar se presta a la corrupción.

Y es que si nos asomamos a las faltas inocentes, nos daremos cuenta de que el comercio informal se alimenta de todo tipo de ilegalidades que van desde la competencia desleal hasta delitos graves sin que haya absolutamente nadie que ponga orden y que tenga la calidad moral para señalar el vicio.

Y es que nosotros los ciudadanos también nos hemos hecho cómplices de la delincuencia organizada; cuántos de nosotros hemos comprado alguna vez algún artículo pirata o fayuca bajo el estúpido pretexto de que “es más barato” sin tomar en consideración que cerramos el círculo de delitos como el robo y el contrabando.

Y es que somos un país de comodones que no estamos dispuestos a cargar con las consecuencias de nuestros actos, si no nos alcanza para comprar algo, simplemente no lo compramos, ah pero preferimos sacarle la vuelta aunque sea violando las leyes.

Con esas actitudes, la inmensa mayoría de los mexicanos debería estar en la cárcel.

Si el pueblo tiene alicientes para alimentar la delincuencia, imaginemos la dimensión de los incentivos que tiene la autoridad cuando tiene a una población que no se subleva porque se toleran prácticas ciudadanas al margen de la ley que son la base de toda la estructura delincuencial en nuestro país.

Ante esa doble moral, no nos queda de otra que moralizar a la sociedad porque no podemos dar el paso hacia la cultura de la legalidad si antes no comprendemos que tenemos que respetarnos y hacernos respetar para recuperar la congruencia y la cordura.

Y si esa es una obligación de todos, se exige desde luego que la autoridad deje señales contundentes de un cambio en su ética, porque las pueriles justificaciones de los últimos días sobre los resultados insatisfactorios en materia de seguridad, ponen en evidencia que tenemos políticos y gobernantes mediocres, de una bajísima escala moral y que no tienen aprecio siquiera por sí mismos. Dicho de otra manera no son honorables porque no tienen palabra de honor. En Japón ya se deberían practicar el harakiri.

El problema ya no está tanto en los indicadores, sino en que hace un año se les dijo claramente “Si no pueden, ¡renuncien!”Y pareciera que hubo oídos sordos y es peor por la impresión que dejan a los ciudadanos, porque si el gobernante o el funcionario pueden mentir impunemente y no cumplir sus compromisos sin castigo alguno, es tan grave como el asesino o el narcotraficante. Así nunca vamos a poder combatir la delincuencia.

Con justeza hay que decir que solamente Marcelo Ebrard le tomó la Palabra a Alejandro Martí y se comprometió, no en un año, sino en cien días a que daría resultados y no cumplió, pero vemos con tristeza que allí sigue despachando en el Ayuntamiento con todo el cinismo y la impunidad propios de los delincuentes organizados; por supuesto que se va a hacer el loco y no va a renunciar porque la Presidencia de la República bien vale mentir, incumplir, hacerse tonto y hasta delinquir.

Él y otros tantos más no pudieron, ¡Que renuncien! ¿O acaso no tienen Palabra de Honor?

jueves, 13 de agosto de 2009

Fervor mexicanero

En más de una ocasión en este blog se cuestionó la posibilidad de incluir al fútbol como tema de la agenda pública que, aunque sí lo es y si tiene impacto en la psicología social, tampoco es determinante para los asuntos de Estado, sin embargo, tarde que temprano tendría que suceder y helo aquí.

Indiscutiblemente la Selección Mexicana de Fútbol demostró carácter en el terreno de juego y no sólo derrotó a su similar estadounidense en la pizarra, sino que tuvo mayor posesión del balón y mostró una fortaleza física y moral que pocas veces se recuerda.

Pero no se fíe, querido lector, porque es el juego del 12 de agosto en el Estadio Azteca, el pretexto ideal para señalar una aberración social que sólo se pone de manifiesto con los triunfos de la representación mexicana en un deporte tan popular como el fútbol.

Sí, la selección ganó contundentemente y nadie lo cuestiona, también es causa más que justificada para celebrar y poner en lo más alto el orgullo patrio en un tiempo en que la falta de referentes emblemáticos que nos den una inspiración es la constante, y sobre todo en un entorno de crisis en que parece que México es objeto de las siete plagas. Esta victoria es un verdadero respiro al ánimo nacional.

Pero en el festejo está el pecado del mexicano, porque pone de manifiesto su total falta de compromiso con el país, no solo al reproducir la frase de que “ante la victoria nosotros ganamos y ante la derrota ellos (la selección) perdieron”, sino porque exaltamos una serie de valores “patrios” que poco o nada tiene que ver con el patriotismo.

¡Viva México cabrones! Es la consigna que se grita en la Glorieta del Ángel de la Independencia, y en otras plazas importantes del país, en medio de carreras, sonrisas y cervezas, y entonces me pregunto quiénes diablos son los cabrones; según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el cabrón es un hombre experimentado y astuto que juega malas pasadas, que es molesto, infiel y traficante; pero también es la persona que aguanta cobardemente los agravios de que es objeto. Entonces a quiénes les decimos cabrones.

En el caso de la coyuntura se trataría de los “gringos” y después al resto del mundo, quizá por los agravios de que hemos sido objeto como país, en su época por españoles, ingleses, holandeses, franceses y estadounidenses; y en el mundo moderno por todo lo que significa un desarrollo que es ajeno al nuestro.

Sin embargo, lo más probable es que el mexicanito que lanza esa proclama a los cuatro vientos se trate de un “cabrón” abusivo que no respeta las leyes porque le parecen injustas, no paga impuestos, compra artículos pirata, tira basura en la calle, da mordidas, si tiene auto se pasa los altos y se estaciona en sitios reservados a personas con discapacidad, y quizá hasta haya votado por el PRI porque lo considera un ladrón que “salpica al pueblo”.

Si eso es lo que consideramos patriotismo entonces ni nos viene quejarnos de las amarguras de la patria; no tenemos calidad moral para pedirle al poder público que combata a la delincuencia organizada si somos sus principales clientes, cómo diablos le exigimos honestidad a los gobernantes y políticos si nosotros somos igual de corruptos y siempre tratamos de sacarle ventaja al prójimo –generalmente con astucias mañosas-, cómo nos atrevemos a reclamar obras y servicios de calidad si sólo una minoría sostiene con sus impuestos a una mayoría parasitaria, cómo peleamos nuestros derechos si no somos capaces de cumplir con nuestras obligaciones como mexicanos.

Si los mexicanos fuéramos ciudadanos responsables, no tendríamos que andar temiendo que una turba emocionada por el triunfo de la selección pudiera violar a la Diana Cazadora, sino que cuidaríamos que lo que ya pagamos con los impuestos no fuera dañado en nuestro frenesí futbolero.

El verdadero patriota mexicano cumple con sus obligaciones ciudadanas y tiene toda la dignidad para reclamar su derecho sin que tenga nada que lo haga agachar la cabeza, eso sí es ser mexicano.

Si visualizamos la ciudadanía mexicana, como la membresía a un club exclusivo, comprenderemos que para conservarla tenemos que cumplir con las reglas que se establecen, de otra manera quedamos excluidos, de tal suerte que podamos entender que el mexicanito patriotero que grita desordenadamente y que no cumple con sus leyes y normas, no debería ser llamado mexicano.

Ganemos ese espacio para que seamos un pueblo capaz de exigir a su gobierno honestidad y tengamos el talante para obligar al espacio público a construir, junto con nosotros, el país que queremos.

¡Que viva México! Para los mexicanos.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Ya no nos doren más la píldora


Desde el 11 y hasta el 13 de agosto se discuten, tanto en el Senado de la República como en el Gobierno del Distrito Federal, audiencias públicas para evaluar la crisis económica y proponer soluciones, así como mesas redondas sobre el agotamiento del modelo de desarrollo, respectivamente.

Sin pretender asumirnos como profetas o futurólogos, sí podemos sacar una conclusión anticipada del resultado de ambos ejercicios: dinero gastado en la organización y logística de eventos que no producirán absolutamente nada; diría Carlos Monsiváis: “Como en las telenovelas, pasa de todo para que al final no pase nada”

Y es que partimos de un lastre fundamental que no deja que la economía despegue: la mal entendida política social que crea clientela; si parafraseamos a Lionel Robbins y entendemos a la economía como administración de la escasez tendríamos que pensar, en una construcción ideal del ejercicio de análisis, que se propondría llevar a cabo un programa de reorientación del ejercicio del gasto a áreas verdaderamente prioritarias como la infraestructura, seguridad pública eficiente, desarrollo industrial y subsidios a la educación y la investigación científica y tecnológica; pero no, seguimos pensando en poner a salvo el asistencialismo.

Desde luego que sí es importante ayudar a los pobres, pero dándoles limosnas nunca los sacaremos de limosneros, hay que generar otras alternativas de desarrollo y atreverse a cambiar al país sin andar pensando tanto en los costos políticos, porque con ellos como ancla, nunca podremos superar los rezagos del país.

Si profundizamos en los alcances de lo que se consideran las políticas prioritarias del gobierno mexicano caeremos en la cuenta de que estamos ante una disyuntiva que, irremediablemente, nos conduce a un mal camino porque, o se trata de una estrategia que no asegura el despegue productivo de los segmentos de la población en desigualdad, o simplemente es un plan perverso para mantener un coto de poder basado en la necesidad de la gente, como diría Álvaro Vargas Llosa, en la transferencia de la riqueza desde los pobres a los ricos.

En efecto, las políticas asistenciales en México tienden a organizarse en torno a los indicadores del Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo sin tomar en consideración las peculiaridades socioculturales de las comunidades y las personas, por lo que las implementan bajo los criterios de PIB per cápita, educación y mortalidad, mismos que se pretenden paliar con una suerte de “becas” para quitarse de encima la responsabilidad de ampliar la cobertura y calidad de los servicios sociales existentes generando una dependencia total de los recursos de los programas, sin implementar modelos de responsabilidad social y desarrollo.

Lo anterior se pervierte con el intercambio de favores que crean la clientela política y dejan un esquema de apoyos a núcleos sociales a cambio de apoyo político-electoral, todo al margen de la ley. Ello, aunado a la política de subsidios generalizados que terminan beneficiando más a los segmentos sociales de mayores ingresos, configura un escenario en que los contribuyentes cautivos y los consumidores –de todo nivel social- financien la política asistencial, de la cual, las clases pudientes, también resultan favorecidas –los pobres hacen más ricos a los ricos- sin que se tengan resultados concretos.

Todo este enredo podría solucionarse con la eliminación de la política asistencialista, pero a la clase política le es más rentable mantener con limosnas a votantes cautivos que esperan la “generosa” dádiva del gobierno en turno, que a hacer progresar a una sociedad que después se volvería más crítica y exigente, y que podría cometer la “imperdonable ingratitud” de no votar por ellos, sólo porque cometieron el “inocuo pecadillo” de no ser eficientes.

En un contexto de crisis se tienen que tomar medidas valientes y de gran calado que tienen un costo político, pero que en el mediano plazo pueden enderezar el barco.

El problema es que, como carecemos de estadistas en México y los que hay tienen cerrada la puerta para el ejercicio del poder público, siempre estamos supeditados a la buena de los gobernantes y si estos miden que las dolorosas medidas que se deben tomar para superar los rezagos tienden a restar votos, simplemente dejarán las cosas tal y como están.

Lograr mayor equidad en la distribución de la riqueza implica también una redistribución de las responsabilidades fiscales de todos los mexicanos, porque ha quedado fehacientemente demostrado que la política de exenciones y apoyos hacendarios termina favoreciendo a los mexicanos de mayores ingresos en lugar de aquéllos que verdaderamente lo necesitan.

Hacer que todos los mexicanos, sin excepción, paguen impuestos no es una herejía, antes bien es una obligación del ciudadano para con el Estado por lo que se hace impostergable cerrar la puerta de los privilegios y las exenciones para que el gobierno cuente con los recursos suficientes para financiar el desarrollo y destinar partidas específicas a los mexicanos que en realidad lo necesitan.

En ese sentido hay que comprender que el ejercicio del gasto público para financiar paliativos no estimula la productividad social, por el contrario, incrementa la dependencia y la cultura del mínimo esfuerzo, lo que deja la responsabilidad productiva en una minoría que no se beneficia de los apoyos gubernamentales, por lo que también se hace urgente que la política asistencial venga acompañada de la responsabilidad social del beneficiario, si se le ayuda que también sea solidario; de nada sirve regalar el dinero de los contribuyentes para que no pase nada, se tiene que obligar a los beneficiarios a dar resultados concretos por cada apoyo recibido, sea en productividad, eficiencia, creatividad, rendimiento académico, etcétera, de otra manera estaremos tirando el dinero público a un pozo sin fondo.

La verdadera inversión pública para el desarrollo está en la generación de fuentes de trabajo y no de empleo, en la infraestructura estratégica del país, y en una educación de calidad que cambie la mentalidad de los mexicanos desde la visión del empleado a la del emprendedor, y desde la postura del súbdito a la del ciudadano activo.

Y es que en nuestra América Latina se ha confundido al gobierno con el Estado y después, en su función, porque se tiene la errónea impresión de que el gobierno debe ayudar a la población cuando en realidad su verdadera función es la de administrar los recursos nacionales para asegurar la autoprotección social.

Tenemos que salir de nuestra percepción medieval de la sociedad y romper los diques corporativos de la estructura social real de nuestro país y de América Latina para que, como pueblos, salgamos de la adolescencia, asumamos la responsabilidad que da la madurez social y nos dejemos de estar jugando improvisadamente al Estado y al gobierno.

lunes, 10 de agosto de 2009

La batalla napoleónica por Sonora


Tanto en las guerras como en la política, hay que ser muy cautos en las estrategias, porque un error minúsculo puede significar una gran derrota, y si no me creen, indaguemos sobre la Batalla de Waterloo que hundió para siempre a Napoleón Bonaparte.

Bonaparte se reafirmaba políticamente en Francia y retomaba sus pretensiones imperialistas después de su exilio, lo que le dio un exceso de confianza; la batalla decisiva fue mal abordada por no tomar en consideración la eventualidad de un terreno flojo causado por la lluvia, lo que le resto poder de fuego a la artillería; el Mariscal Michel Ney se confundió con los movimientos de las tropas aliadas y ante la ausencia de Napoleón interpretó una retirada que nunca existió, por lo que expuso a sus hombres a una lluvia de balas que puso a la caballería y a la Guardia Imperial en una desordenada huída; pero lo más importante es que por más poderoso que fuera el ejército francés, no logró el objetivo de dividir al contingente aliado de Wellington y Blücher.

¡Que parecida suena esa batalla a los errores de estrategia del PRI en Sonora! Comparemos los escenarios para comprender el grave error que está cometiendo el priísmo en la impugnación de la elección que favoreció a Guillermo Padrés en la gubernatura.

EL PRI parte de un mal diagnóstico al creer que arrasó al PAN y al PRD y se reposiciona con fuerza a la presidencia de la República en el año 2012, y es que, si bien ahora sí aceitó su maquinaria electoral, la verdad es que el resultado fue bastante mediocre.

En efecto, no ganó el PRI, perdieron el PAN y el PRD porque en los números, el partido de la revolución no alcanzó la mayoría absoluta necesaria para dominar al Congreso y requerirá de un minipartido rémora que venderá muy cara su alianza con el tricolor, el PAN perdió sus bastiones por la imposición de candidatos desde Los Pinos y el CEN porque en el congreso no le fue tan mal como en otras ocasiones.

Así que el PRI viene demasiado confiado a solicitar la anulación del proceso electoral en Sonora.

Por otra parte, el terreno no está para meter artillería pesada, recordemos que el PAN no ganó en Sonora, ganó el voto de castigo al PRI por el negligente e indolente manejo de la tragedia de la Guardería ABC de Hermosillo.

Hacia principios de junio, con todo y los errores del Instituto Electoral en la colocación de spots de televisión, el PRI aventajaba las encuestas para la elección de Gobernador, pero después del 5 de junio y del pésimo manejo judicial primeramente, político y mediático seguidamente, precipitaron la derrota del tricolor el Sonora.

Así pues, pretender imponer en la mesa al PRI en Sonora podría significar un gravísimo error de estrategia política, cuando la ciudadanía repudia al priísmo en ese estado por sus omisiones y peor aún, podría tener un efecto multiplicador en el país que cambiaría la percepción ciudadana de la elección del 5 de julio por la de un “partido gandalla” como diría Germán Martínez.

Pero la parte más grave del error de estrategia del PRI es que con la impugnación, logró lo que ya parecía casi imposible, que el PAN se reagrupara y se uniera en torno a Guillermo Padrés, el proceso de selección interna del presidente de los panistas se ubicaría ahora en un foro interno y colocaría a sus militantes en la ruta de la unidad para sacar adelante la defensa de la gubernatura de Sonora.

Y es que tal pareciera que los intereses creados en torno al gobierno de Sonora durante los gobiernos de corte priísta, ponen al tricolor ante la disyuntiva de verse como un partido gandalla o quedar expuesto a escandalosos manejos políticos y complicidades criminales, de las que se viene hablando, por lo menos, en los últimos 10 años.

En una estrategia maquiavélica, el PAN podría dejar pasar el pleito en tribunales para sacrificar a Padrés y demostrar una vez más en las urnas, que los sonorenses ya no quieren al PRI por corrupto y, aunque el triunfo del PAN sea de rebote, esto le significaría el triunfo político que tanto necesita ahora para colocarse de nuevo en la contienda del 2012.

Así como los primeros gobiernos de lo que hoy es el PRI nacieron en Sonora, ¿El PAN podría sostenerse en Los Pinos en la batalla por Sonora?, ¿Sería Sonora el Waterloo del PRI?

lunes, 3 de agosto de 2009

La nueva cargada priísta


Si hay algo que en verdad pueda asustar a los padres es que un hijo se enferme y es aterrorizante cuando los médicos hacen un mal diagnóstico y, en consecuencia, un tratamiento equivocado que pone en riesgo la vida del descendiente.

Dicen los galenos de los tiempos pasados que la clínica lo es todo; una buena interpretación de los síntomas en una exploración física arrojará un diagnóstico preciso, porque si sólo recurrimos a la alta tecnología corremos el riesgo de obtener interpretaciones erróneas si los aparatos no están bien calibrados.

Así ha ocurrido en la sociedad mexicana que ha entrado en el juego psicológico de la elección del 5 de julio y se podría creer que el PRI volvió con poder avasallante en un proceso que en la realidad no lo es tanto, como se ha hecho ver en los pronunciamientos sin que hasta el momento se haya referido a las cifras oficiales.

Si bien es cierto que el PRI obtuvo un mayor número de posiciones en el pasado proceso electoral esto tiene dos causas fundamentales a saber; primeramente se trata de una elección intermedia en la que la baja participación de los ciudadanos fortalece al priísmo por ser el partido con más votos duros en el país; enseguida porque hay una verdadera decepción de la democracia porque entendimos mal la promesa y la interpretamos como camino de bienestar y no como medio para alcanzar las libertades ciudadanas, sin que ningún partido político se haya tomado la molestia de emprender una estrategia de comunicación para aclarar la confusión.

En vista de lo anterior resultaba lógico que el PAN y el PRD disminuyeran en las preferencias electorales, pero ello no significa que haya sido un desplome porque para el PAN, en las elecciones intermedias de 2003, obtuvo casi el mismo número de diputados que en el proceso del pasado 5 de julio, y veinte más que en la intermedia de 1997 en que el PAN se convirtió en tercera fuerza política; de hecho la legislatura saliente tuvo menos diputados que la del año 2000, de tal suerte que los números no son tan alarmantes; es más la elección arrojó que tanto el PRI como el PAN rondaron su votación dura.

Al PAN ya se le vaticinaba una pérdida del 40% de su representatividad nacional desde enero de 2009, por lo que su baja en las preferencias no es noticia, lo que hizo visible la caída electoral del PAN a los ojos de la nación no fue la elección federal, sino los resultados electorales en las gubernaturas que hicieron ver a un partido disminuido, sin liderazgo, dividido y entrampado en luchas de poder entre la militancia y la dirigencia.

En efecto, la participación de candidatos provenientes del centro, sin arraigo en la población de cada estado, perfiló la derrota del PAN en Colima, Nuevo León, San Luís Potosí y Querétaro; muy similar fue el apoyo del centro en la elección de Campeche; en Sonora tampoco ganó el PAN, fue derrotado el PRI por el voto de castigo como consecuencia de la indolencia del gobierno local por dar respuesta oportuna a las demandas de justicia por el incendio de la guardería ABC de Hermosillo y el rebote le favoreció a Guillermo Padrés, pero eso no significa que el PAN haya ganado el bastión histórico del PRI por una excelente campaña, sino por el perverso efecto de una tragedia.

Si fuera cierto el rumor de que las candidaturas a gobernador fueron impuestas desde Los Pinos, se comprenden entonces los motivos por los que Germán Martínez haya presentado su renuncia, por hacer fracasar los planes calderonistas de ganar los gobiernos sin perder al partido, y ahora se darán a la tarea de conservar los despojos del PAN para que no se los vaya a quedar alguien que no es de su grupo.

Lo cierto es que esa serie de actos de artificio dejan, en la opinión pública, la impresión de que el PAN se sabe derrotado por el PRI y si esa es la idea que se posiciona en el imaginario colectivo, la población se va a creer que en verdad el PRI ha vuelto por sus fueros y creará lo que en otros tiempos se llamaba “la cargada”

Por lo que toca al PRD, recordemos que desde marzo de 2008 se encuentra fragmentado y confrontado en una trágica historia que solamente afecta a la izquierda, en todas las variantes que pueda tener, porque se pasó de la impresión, a la certeza absoluta de ser un partido de rijosos a los que sólo les interesa el poder y los dineros que se pueden hacer desde él.

A diferencia del PRI y del PAN, el PRD sí experimentó una reducción de su votación dura de hasta el 20% y eso sí es una tragedia, porque el que un millón de los votantes fieles del perredismo no haya votado por su partido o haya preferido desperdiciar su voto, revela el grado de descomposición de la izquierda mexicana.

En efecto, la izquierda en México ya no es opción de gobierno, ni alternativa política, pero aún más grave resulta que ahora se presente a la nación como una secta política conservadora, antidemocrática, excluyente, reaccionaria y dogmática bajo un discurso que pregona exactamente lo contrario.

La caída del PRD tiene dos responsables directos; Andrés Manuel López Obrador y Jesús Ortega, pero en ellos pesa más la soberbia que la humildad pues el interés de conservar los privilegios políticos de que gozan, por muy pequeños que sean, puede más que un verdadero proyecto democrático que favorezca a la sociedad y a quienes creen legítimamente que un proyecto de justicia social pueda reducir la desigualdad en nuestro país.

López Obrador tiene que entender que se ha terminado su carrera política y que salir a los reflectores tiende más a restar que a sumar, pero como tiene espíritu de dictador autoritario, lo único que se puede esperar es que la izquierda mexicana se siga destruyendo.

Como sea, siempre serán mejores las inconsistencias del panismo o las locuras del perredismo que volver al priato, y aquí sí la sociedad mexicana se podría traicionar a sí misma si cree que con la vuelta del PRI al poder, México alcanzará el tan anhelado progreso.

El problema está en los sutiles eslabones que unen la cadena política que perfila a Enrique Peña Nieto y al PRI a la presidencia en el 2012, porque es bien sabido que el operador del mexiquense se llama Carlos Salinas de Gortari, quien está reagrupando a lo peor del priísmo sucio para reposicionarse.

Pero la mala noticia es que los eslabones conectan a esa estrategia con personalidades de otros partidos que, en otras ocasiones, ya pactaron con el salinato o pertenecieron a él como Álvaro Arceo, Arturo Nuñez, Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Genaro Borrego, Diodoro Carrasco, Luís Héctor Álvarez y el propio Felipe Calderón.

Derivado de este dato podría inferirse un panorama favorable al PRI en las elecciones de 2012 donde los principales actores políticos orbitan alrededor del salinismo y con un escenario en que el PAN está dividido y sin una figura prominente que pueda asumir la candidatura presidencial, y un PRD desgastado con candidatos sobreexpuestos y mal percibidos por la opinión pública.

El veneno del PRI es la votación masiva de electores y para 2012 habrá mayor participación electoral, pero si los votantes perciben que es inevitable el triunfo del PRI por el efecto psicológico de la elección de 2009, sumado a partidos débiles y a una clase política que apoyaría al delfín de Carlos Salinas, entonces México habría experimentado el retroceso social más grande de su historia.

Insistimos, el progreso de México no depende de sus gobernantes, sino de la acción civil de los ciudadanos y su activa participación en la vida pública; ya lo preguntó Pedro Ferriz en julio del año 2000; “México ya cambió, y usted ciudadano, ¿Ya cambio?” qué estamos esperando.

jueves, 4 de junio de 2009

El voto en blanco


Quizá nunca como antes en la historia electoral de México se haya dado un panorama tan sombrío como el que se augura para la elección del 5 de julio de 2009; crisis financiera, desempleo, inseguridad, emergencia epidemiológica y corrupción pública desbordada son los asuntos que dominan la esfera pública poniendo en un lejanísimo segundo plano al proceso electoral.

Podríamos decir que en una elección intermedia es, hasta cierto punto, normal el desinterés de la ciudadanía, primeramente porque no brillan las figuras de los candidatos presidenciales, en seguida porque no se tiene clara la función de los diputados y finalmente porque las cámaras, como institución, tienen los más bajos niveles de credibilidad y confianza; lo grave es que, para 2009, las empresas encuestadoras manejen estimados de participación electoral en los rangos del 20 al 35% del padrón de electores.

Si sólo dos o tres de cada diez electores acudirán a las urnas, ahí hay un mensaje clarísimo, los ciudadanos no quieren saber de la clase política por la simplísima razón de que no se sienten representados y no están dispuestos a seguir siendo comparsa de un montaje de muy mala calidad que a nadie convence.

Por lo tanto, la elección del 5 de julio de 2009 será eminentemente de votos duros, lo que significa una mayor presencia política del PRI en el Congreso y no porque ya sean buenos y se hayan reformado, sino porque simplemente tienen más votantes fieles que cualquier otro partido sin que tengan que mover un dedo; bajo esa lógica el PAN sería la segunda fuerza política nacional y en seguida el PRD, la elección ya está cantada.

Lo triste es que el PRI sigue siendo el mismo pillo que, sí, creó instituciones, pero para hacer parasitaria a la sociedad mexicana, y peor resulta cuando los demás partidos tampoco representan las aspiraciones legítimas de los ciudadanos y ni siquiera son capaces de articular un discurso político coherente con la realidad cotidiana, los políticos se han vuelto una oligarquía que se divorció de los ciudadanos y sólo recurre a ellos para regalarles espejitos a cambio de votos.

Pero qué se puede hacer cuando el ciudadano no se siente representado ni motivado a avalar alguna propuesta electoral, es justo en esa coyuntura que se han dado las argumentaciones más inverosímiles y estúpidas a la vez, que van desde el voto útil, que no es más que la cargada por el que parece que va a ganar, hasta la votación de candidatos no registrados y la anulación del voto. ¿Y las necesidades ciudadanas en el ámbito de competencia legal de las cámaras?

En sí, anular el voto es un mensaje ciudadano claro, pero insistimos en que sólo fortalece el esquema del voto duro y no hay, de momento, ninguna manera contundente de hacerle saber a la clase política que no estamos de acuerdo con la conducción que están haciendo del país, ni en los métodos para alcanzar lo que se supone sería para nuestro beneficio, la verdad es que los ciudadanos no somos consultados seriamente sobre la visión que tenemos de país y nos tenemos que contentar con observar a una partida de ignorantes soberbios que se abrogan el derecho de adivinar e interpretar lo que pensamos.

Sin embargo creo firmemente que los ciudadanos podemos empujar una de las reformas electorales más profundas y contundentes que podría tener el país, llevando a la arena electoral la capacidad social de disentir y de castigar a la clase política cuando se vuelve soberbia.

Me refiero al voto en blanco que, a diferencia del voto nulo, es la legal y concluyente manera de decirle a partidos y actores políticos que no estamos dispuestos a solapar su irresponsabilidad y que por lo tanto se les castigará donde más les duele, la pérdida de poder y dinero.

El voto en blanco debe ser una alternativa del elector para que su voto sea contabilizado y validado por la autoridad electoral con una premisa fundamental, la manifestación del ciudadano de que no quiere a nadie ocupando una curul desde la que, de por sí, no está representado.

Es decir, qué más da si la curul o el escaño se quedan vacíos, si de todas formas estando ocupados el ciudadano no tiene espacio de participación e interlocución para con el poder público.

La idea es que en el COFIPE se establezca la figura del voto en blanco, destinando un espacio en la boleta electoral con esa leyenda, junto a los logotipos y candidatos por cada partido político con registro y que esos votos en blanco sean contabilizados como válidos en la elección hasta el punto de que, si en un distrito o estado el voto en blanco obtuviera el mayor número de votos, la curul o el escaño queden vacíos durante todo el periodo constitucional.

Lo anterior será un mensaje definitivo a los políticos, o representan a los ciudadanos o en las urnas nos veremos las caras, con las consecuentes mermas al poder político y al dinero que los partidos y políticos tanto necesitan para seguir manipulando a las instituciones del Estado mexicano, desde luego que los distritos en blanco también deberán tomarse como consideración en la proporción de curules y escaños plurinominales.

Que si esta propuesta le quita poder a los partidos, no hay ninguna duda, pero precisamente eso es lo que hay que hacer para que los políticos pongan más atención a los ciudadanos y sepan traducir, sin ambigüedades o mentiras, las prioridades y aspiraciones legítimas de la población.

Otra opción será dejarnos de simulaciones y reformar los artículos 39, 40 y 41 de la constitución para sustituir al “pueblo” por los “partidos políticos”.

O usted qué opina querido lector, ¿Empujamos esa reforma ciudadana?

miércoles, 27 de mayo de 2009

La democracia frankensteniana


Si ponemos atención a la novela de Mary Shelley intitulada Frankenstein o el Moderno Prometeo, de 1818, se puede tener por lección que la falta de moral -científica en su caso- y el afán de rivalizar con Dios en poder, crea un monstruo horrendo que se hace objeto del rechazo y la incomprensión social que lo lleva al sufrimiento hasta que termina por aniquilar a su creador y autodestruirse.

También pareciera un libro profético sobre la democracia mexicana, porque así hicieron los legisladores con un sistema electoral que, en vez de electricidad, fue animado con odios y venganzas que se han ganado el rechazo social frente a la complacencia de una partidocracia degenerada que se frota las manos ante la renuncia del pueblo a la participación activa en la cosa pública.

Menudo favor le hacen los políticos a su sistema de democracia electoral que ahora premia la mentira, la ignorancia y la retórica demencial pero al mismo tiempo castiga la crítica y el debate ciudadano, confinando a la población a mero espectador de una obra de teatro de revista de mala factura y con actores chafas por la que se tiene que pagar un boleto muy costoso.

El monstruo que la clase política ha creado se ha ganado hasta el rechazo de sus creadores y además no es funcional para cualquier pueblo que se precie de ser democrático, porque ha pasado de ser un árbitro electoral a un servil cómplice de las conveniencias partidistas, que no es capaz de señalar las inconsistencias y falsedades de las propuestas de campaña de los partidos y candidatos, pero sí está disponible para señalar con dedo flamígero a la sociedad organizada que hace cuestionamientos sobre la pobreza intelectual y formal de las propuestas electorales.

Si analizamos los ofrecimientos de los diferentes partidos políticos podremos ver con tristeza que siguen pensando que el pueblo de México está constituido por párvulos estúpidos que no son maduros ni capaces de comprender una estratagema de acción legislativa y política.

Cierto es que la población permanece ignorante, y ha renunciado a enterarse, del importante papel de las cámaras en la vida pública del país, pero los partidos no han fomentado la cultura política e incluso apuestan a conservar el statu quo para que la población siga dejando en manos de los políticos la cosa pública y así satisfacer sus más oscuros intereses.

La apuesta panista engaña a los mexicanos porque les está ofertando seguridad pública como si se tratara de un simple programa gubernamental prescindible cuando en realidad se trata de una de las obligaciones fundamentales de todo Estado. Cierto es que el gobierno del Presidente Calderón ha emprendido una valiente lucha contra el hampa organizada pero ello no significa una graciosa concesión del poder público a los ciudadanos, es su obligación y para eso se le dio mandato.

Miente el PRI al querer adjudicarle al gobierno de la República la responsabilidad de la crisis financiera, económica y de empleo, cuando a todas vistas esa crisis vino de afuera y principalmente de un país con el que los propios priístas se empeñaron en establecer un acuerdo de libre comercio; por otra parte, el priísmo se asume como experimentado y conocedor del arte de gobernar y pareciera olvidar que cuando tuvieron la oportunidad de demostrarlo simplemente no lo hicieron o no supieron hacerlo.

En cuanto al PRD también miente y se pone en evidencia su profunda ignorancia de la teoría política más elemental y de la política pública al pretender ofrecer programas que son competencia del Ejecutivo en una elección del Legislativo; además, demuestran su falta de conocimiento del derecho creando leyes sobre programas sociales y olvidan que la ley es general, obligatoria, abstracta e impersonal, por lo que, hasta los ricos –que tanto dicen odiar- se verían beneficiados con programas de asistencia social.

Por lo que toca al Partido Verde, no está ofreciendo nada nuevo y por el contrario está proponiendo refritos de hace años sobre temas relacionados con la educación y la seguridad social; en efecto en 1999 Vicente Fox propuso la creación de un seguro universal que permitiera a los mexicanos la atención médica en instalaciones públicas o privadas con cargo a la institución que aseguraba, de ese intento solo el Seguro Popular sobrevivió a los intereses políticos; en cuanto a la educación, en 2004 Ricardo Salinas habló de la implementación del Bono Educativo, propuesta que recogieron algunos legisladores y que nunca tuvo eco en las cámaras por las presiones políticas de grupos de interés y la mafia del SNTE.

Además, cabe mencionar la total ignorancia de los verdes a los instrumentos de política exterior y los tratados internacionales al pretender reinstaurar la pena de muerte en México, medida que ha probado que no reduce la criminalidad, amén de que es una ironía que el partido que defiende la vida se pronuncie a favor de la muerte, lo que se requiere no son sanciones más severas, sino que se cumplan las que existen y el Verde no puede comprometerse a ello porque sería escupir para arriba al tener en la impunidad a su presidente nacional, recuerden el video de los millones de dólares.

El turno corresponde al matrimonio del PT y Convergencia que pretenden engañar al elector diciendo que se estaría mejor con López Obrador, como si el mesiánico lidercillo hubiera podido contener una crisis económica que venía de fuera, ya lo quisiera ver justificándose y culpando al PRIAN de crearle un complot económico al lado de las potencias para hacerle fracasar su proyecto alternativo. Resulta evidente que López Obrador tiende más a hacer perder que a capitalizar votos, pero lo que no comprenden sus partidos parásitos es que el tabasqueño está apostando a perderlo todo para tener aún argumentos de descalificación a las instituciones del Estado, hay que tener cuidado porque su apuesta es a la destrucción definitiva del IFE al acusarlo de la pérdida del registro de dos partidos.

El nombre Nueva Alianza no significa necesariamente que sea una mejor alianza, sino el reacomodo de políticos en torno al mismo interés caciquil en el SNTE, por lo que su propuesta de educación basado en becas es una promesa hueca que no responde a la necesidad de una educación de calidad que saque a los mexicanos del oscurantismo y los convierta en ciudadanos cultos y críticos que exijan a sus gobernantes un comportamiento a la altura de su pueblo. Su estrategia responde a mantener los privilegios sindicales de su líder y su posibilidad de hacer contrapeso político.

En cuanto a los socialdemócratas no se concibe que pretendan hacer de derecho lo que de hecho ya existe y que, al no haber prohibiciones, se permite tal como la diversidad sexual y la laicidad del Estado, y recalco Estado que no tiene que ver con la fe que profesen los gobernantes, o al menos yo no he visto que el nombre del país se haya convertido en el Sacrosanto y Católico Estado Mexicano; por lo que toca a la despenalización de drogas y aborto se tratan de asuntos del orden privado que de llevarse al ámbito público y sobre todo del derecho terminan por atentar precisamente contra el principio de la libre elección, además de que no podrían llevar a la generalidad postulados en los que amplios segmentos de la población no están de acuerdo precisamente por ignorarse las características de la ley, esas conductas no debieran ni permitirse ni prohibirse, simplemente debieran estar fuera de la legislación.

Como se puede apreciar, los partidos no salen bien librados al simple análisis de sus propuestas, por el contrario terminan con un saldo negativo porque ponen en evidencia sus miserias; o son perversos y pretenden engañar a la población a sabiendas de que no se consideran las propuestas y plataformas y las ponen por puro relleno confiados en que la compra del voto y la manipulación les darán el triunfo, o son intelectualmente tan pobres que no pueden construir propuestas medianamente cercanas a la realidad y sobre todo coherentes con la teoría del Estado y con el marco legal e institucional que nos hemos dado.

Queda entonces al descubierto que los partidos han excluido al pueblo de la cosa pública y sólo lo utilizan para legitimar sus acomodos; y para poner la cereza en el pastel, se han creado un adefesio electoral a modo para mantener a una oligarquía mediocre que se reparte el poder.

Lo cierto es que la población está más desinteresada que nunca en votar y el abstencionismo podría sacar de la competencia a los partidos; sólo es cosa de esperar que no sea que tengan el nefasto destino de Víctor Frankenstein y terminen aniquilados por el monstruo que crearon.

jueves, 14 de mayo de 2009

¿A qué le es fiel Fidel?


El ex presidente y ahora líder ideológico de la República Cubana, Fidel Castro Ruz, reaccionó a las declaraciones del Presidente mexicano Felipe Calderón en torno a la cancelación de su Visita de Estado a la isla a mediados de 2009, y acusó al gobierno de México de ocultar la información relativa al virus de influenza humana A-H1N1, para que no se frustrara la visita oficial del Presidente de Estados Unidos Brack Obama a la nación mexicana.

Si bien, en la primera lectura parece una respuesta virulenta de Castro contra las declaraciones sarcásticas y desafortunadas del Presidente de México para cancelar su visita oficial; lo cierto es que las afirmaciones de Castro dan espacio para el análisis sobre los motivos para exponerlas, tomando en cuenta que el ex presidente cubano “no da paso sin huarache”

Primeramente hay que entender que Fidel Castro ya no ostenta ninguna dignidad ni representación oficial del Estado Cubano, y en consecuencia, no deberían tomarse en consideración sus declaraciones porque no es nadie para hacerlas, y el hecho de que el gobierno mexicano responda pone en evidencia, una vez más, a la diplomacia mexicana como falta de oficio, por decir lo menos, cualidad que sí entiende Castro, que ha utilizado en su favor para colocarse en la escena política continental.

Pero más allá del acierto político de Castro, podemos especular sobre los motivos colaterales que pudiera tener el líder cubano para subir a la palestra con un tema tan fuera de lugar y que pone de nuevo en tensión a las relaciones diplomáticas entre México y La Habana.

Y la hipótesis cándida sería la de acusar a México para descargar en otros la posibilidad de que se desate una epidemia catastrófica para la isla y así justificar la falta de operatividad e insumos para superar la emergencia sanitaria en un país que presume de tener uno de los mejores sistemas de salud del mundo, ¿Será acaso que el sistema de salud cubano es mucho más vulnerable de lo que podríamos pensar?

Pero como “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta” extraña el hecho de que Cuba señale a México por ocultar información, cuando precisamente Cuba ocultó durante 16 días que tenía, en su territorio, a un mexicano contagiado del virus de la influenza humana, y no sólo eso, sino que hasta el momento, no se sabe de quién se trata, dónde se encuentra hospitalizado y cuál es su estado de salud, y como el gobierno cubano, que no es Castro, ha tomado medidas sanitarias que afectan el transporte con México, y además no ha habido un pronunciamiento oficial de La Habana, es entonces que surge la segunda y más perversa hipótesis.

El presidente de los Estados Unidos ha flexibilizado las políticas contra el régimen de La Habana e incluso no descartó la posibilidad de levantar el embargo a la isla, y a este esfuerzo México se ofreció de inmediato para mediar entre Washington y La Habana con el objeto de lograr ese propósito que sacaría a Cuba definitivamente de su lamentable situación política.

Si se levantara el embargo, necesariamente se tendrían que acelerar las transformaciones democráticas y económicas en Cuba y entonces la historia ideológica de todo el continente americano y el equilibrio de fuerzas se transformarían para siempre.

Pero qué pasaría si la fórmula Washington-México-La Habana se echa a perder, precisamente acusando a México de poner en riesgo la vida del Presidente de Estados Unidos y en consecuencia de propagar una perversa epidemia por el mundo, en donde Cuba no tendría la capacidad de mantener viva a su población.

En el momento en que se tensen las relaciones entre México y los Estados Unidos, y al mismo tiempo entre Cuba y México, se elimina al mediador y se conjura nuevamente la posibilidad de un entendimiento entre Cuba y los Estados Unidos que haga posible el fin del embargo.

No hay que olvidar que el principal beneficiario del embargo a Cuba se llama Fidel Castro.

El líder cubano necesita que el embargo se mantenga para tener un pretexto ideológico que lo haga sobrevivir en un mundo que ya lo rebasó; necesita mantener el liderazgo moral sobre Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Perú, El Salvador, Guatemala y el Caribe, y si desaparece el pretexto, Castro se desvanece con el humo de los cañones revolucionarios.

Todo hace indicar que lo que más le preocupa a Fidel Castro es Fidel Castro y ha utilizado a los pueblos de América como pretexto para serle fiel a su proyecto personal y para no ser juzgado por la historia mientras siga viviendo.

jueves, 12 de marzo de 2009

Hallazgo de una nueva especie: El Homo Stupidus



Recientes análisis empíricos de antropología han permitido establecer una hipótesis, bastante fundada, de que el proceso evolutivo que Charles Darwin estableció está encontrando una suerte de retroceso –tal como la teoría de la expansión y contracción del Universo-.

Las especulaciones nos llevan a identificar a una nueva especie de homínido que se caracteriza por una morfología muy parecida a la del Homo Sapiens pero que tiene notables diferencias en su desarrollo encefálico, puesto que tiene más fuertes las conexiones neuronales propias del Neandertal para el uso de herramientas con fines prácticos, pero carece de capacidades cerebrales para reconocerlo como una especie social; por el contrario es una especie individualista.

Además de que no basa su subsistencia en la obtención de satisfactores básicos tales como el alimento, la vivienda y el vestido; dándole valor, en cambio, al procesado de la celulosa con colorantes artificiales que se denomina dinero y que no tienen ninguna propiedad nutritiva, ni curativa, ni fibrosa como para guarecer y vestir a esta criatura.

Lo más gracioso de esta especie es que, a pesar de no ser social, busca agruparse para ser observado por el resto de sus congéneres con envidia y celo, con el objeto de humillarlos y estén dispuestos hasta a denigrarse para poder emularlo; además de que tiene una conducta carroñera que aprovecha al mezclarse entre los de su especie y la del Homo Sapiens para despojarlos de lo que posea.

Llamaremos a esta nueva especie como Homo Stupidus, mutación del Homo Sapiens pero con menos cualidades que éste, con un leguaje que es capaz de hacerse entender con los seres humanos, por lo que hoy podemos saber que se llaman a sí mismos “ricos” y les gusta ser denominados así.

Aquí hay que hacer una pausa para diferenciar lo que es “rico” para el Homo Sapiens contra lo que interpreta el Homo Stupidus: En la lógica conceptual de los seres humanos “rico” proviene del Gótico Reiks y se refiere a la abundancia, sea esta de cualidades, atributos o bienes; en cambio para el Homo Stupidus “rico” es aquél individuo de su especie que acumula el procesado de celulosa en grandes cantidades, aunque nunca le de utilidad, solo por el hecho de concentrarlo y no está dispuesto de ninguna manera a compartirlo ni con sus progenitores, aunque sepa perfectamente que toda esa concentración le genera más problemas que beneficios, y que no le servirán de nada a su muerte; su conducta es como la de un necio sin inteligencia como para darse cuenta de que viviría mejor si no concentra tanto dinero, por eso es la categoría de Stupidus.

Mientras que el Homo Sapiens se refugiaba en cavernas en sus primeros tiempos, el Homo Stupidus se refugia en cosas intangibles como cuentas bancarias, inversiones, mercados de “valores” y entidades financieras especuladoras. Hoy podemos afirmar que se trata de una especie peligrosa porque no le asigna ningún sentido de valor a la vida y está dispuesto a aniquilarla con el fin de poder acumular más dinero.

Lo más escalofriante de éste análisis es que esta especie mutante ya existía desde hace años y no nos habíamos dado cuenta porque estaba mezclada con los seres humanos, por lo que le sugerimos poner atención, no es difícil identificarlos, de inmediato demuestran su interés desmedido y valoración del dinero por encima de todas las cosas, deidifican el dinero sin importar los cómos, simplemente por ser dinero.

Para poner un ejemplo, Bernard Madoff y Robert Stanford entre muchos otros pertenecen a esa especie, en cuanto los Homo Stupidus agrupados podemos encontrar a los “especialistas” de calificadoras como Standard & Poor’s, Fitch Ratings, y Moody’s, entre otros así como a los editores de la Revista Forbes que recientemente mostraron su condición de Homo Stupidus al poner a otro de sus congéneres –de menor rango- entre la lista de los grandes potentados del mundo.

Nos referimos a Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo” que es otro Homo Stupidus que cree que acumular dinero a costa de vidas humanas es importante; y cómo no colocar en la clasificación de Homo Stupidus a los editores de Forbes cuando incluyen a personajes de la delincuencia organizada, sin considerar las atrocidades y los daños físicos y psíquicos que dejan en el camino solo por obtener más dinero.

Valorar al individuo por lo que tiene y no por lo que es, resulta la estupidez más grande que puede existir y revela el grado de atrofia mental de esta nueva especie de homínido que nada tiene que ver con las cualidades de los seres humanos.

Quiero imaginar las consecuencias de la Lista Forbes que ahora dejarán la impresión, en la juventud desorientada, de que volverse delincuente tiene muy alta rentabilidad económica y ahora hasta prestigio social.

Resulta que ahora me surge una duda, si el Chapo aparece en esa lista, debo dudar de la solvencia moral del resto de los enunciados en esa lista; la decisión editorial de Forbes denigra a potentados que con un honesto esfuerzo han creado su fortuna, denigra también a la propia revista porque le quita seriedad y revela la condición de Homo Stupidus de sus editores y directivos.

Los seres humanos tenemos la obligación de domesticar y contener la conducta del Homo Stupidus antes de que nos amenace y termine por hacernos daño.

viernes, 27 de febrero de 2009

Todos contra el árbitro incómodo


El sueño de la normalidad democrática de México se ha estancado en el fango de la apatía ciudadana y la partidocracia que han minado el concepto de la democracia participativa estableciendo una suerte de conformismo en la democracia representativa de mala factura.

Hoy parece muy lejano en mítico IFE 1996-2003 de José Woldenberg que, con todo y sus limitaciones jurídicas de fiscalización, se ganó, en tan solo cuatro años, un lugar muy importante en la confianza ciudadana hacia las instituciones públicas.

El IFE de aquellos años se convirtió en un organismo a la altura de su responsabilidad y de su tiempo, hasta el punto en que pudo garantizar procesos electorales despojados de la violencia que, en otros tiempos parecía estar marcando una tendencia, y no sólo eso, sino que en el año 2000 se puso en la cima de la historia del México contemporáneo al garantizar un proceso electoral confiable y la alternancia con paz y con el pleno reconocimiento de los actores políticos.

Si bien la elección del año 2000 dejó resultados indiscutibles, lo cierto es que no pudo contener las ambiciones de poder de los que no fueron favorecidos con el voto ciudadano, y desde ese momento comenzaron las intentonas de desvirtuar al órgano encargado de garantizar elecciones transparentes.

Era cosa de tiempo para que un pretexto justificara la descalificación del IFE y la oportunidad se presentó el 6 de julio de 2006 cuando, ante una elección tan cerrada, el organismo titubeó y dejó más dudas que certezas sobre los resultados; eso alimentó la posibilidad de eliminarlo, por la vía del desprestigio.

Bien sabido es que la izquierda recurre al calificativo de “democrático” a todo aquello que le beneficia, y en cambio señala como imposición y trampa –con dedo flamígero- todo lo que no se corresponde con sus intereses y metas, desconociendo por completo la voluntad de los ciudadanos.

Así pues, la presión de actores que desprecian la democracia como Andrés Manuel López Obrador, empujaron a la opinión pública a desconfiar del árbitro, con la complacencia de otros partidos políticos que ven rentabilidad en la descalificación del IFE.

La reforma electoral de 2007 respondió a ese conjunto de intereses y en el Congreso de la Unión se creó un verdadero monstruo que a nadie deja satisfecho y que ha terminado por desvirtuar al IFE.

Los ridículos spots de televisión, la imposibilidad para pedir el voto, la incapacidad de señalar las irregularidades en que incurren los políticos, y el aumento escandaloso en las percepciones de los consejeros electorales no son por obra y capricho del IFE, sino por la torcida y maquiavélica ambición de los hambrientos de poder, y con un partido que, a pesar de la mayoría que ostenta en las cámaras, no supo negociar la reforma y se conformó con intercambiarla por una reforma hacendaria, bastante chata por cierto.

Las consecuencias serán; un legislativo que se lava las manos y le pasa la factura al árbitro, un IFE que se habrá ganado la desconfianza de los ciudadanos hasta el punto de devolver la calificación de las elecciones a los políticos, y por supuesto que la elección de 2012 la podría ganar el político que mejor pueda capitalizar el denuesto al más noble instituto que se ha creado en la historia institucional del México contemporáneo.

¿Qué institución sigue en la fila de las que son mandados al diablo?

Cantemos un réquiem por la muerte del IFE anunciada.

viernes, 20 de febrero de 2009

Dinero: el dios de la estulticia humana


La metodología de la política pública tiene como primera fase la identificación de un problema público para que, de la apreciación de sus causas, surjan las alternativas de solución, lo peligroso es cuando no se logra, o no se quiere identificar el problema público.

La actual crisis financiera, si la analizamos desde ese enfoque, apunta, entre sus principales causas, a la irresponsabilidad y voracidad de los agentes financieros en todo el mundo, cuestión que precisamente ellos mismos no quieren ver, y mientras sigan en su ceguera no se podrá formular una estrategia seria para salir de la crisis.

Las medidas para corregirla se intentan implementar, pero como las causas reales subyacen allí, la solución definitiva dista mucho de que suceda, de hecho las confianzas en uno y otro lado del problema se han erosionado hasta un punto de no retorno.

Y es que tal pareciera que los agentes económicos esperan que el plan de rescate verse, una vez más, sobre la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias como si de ellos dependiera el sostenimiento del planeta entero, sin comprender que la economía se sustenta en el empleo de la población y el actual modelo se ha construido sobre la premisa de la transferencia de la riqueza desde los pobres hacia los ricos, mantener ese privilegio es lo que pretende el mundo financiero para crear confianza en la economía.

Para el resto del mundo, porción mayoritaria de la población, las medidas de contención que pretenden socializar tanto las pérdidas como las ganancias son loables pero entran en contradicción con las aspiraciones de la economía de mercado, por ello las poblaciones han perdido la confianza en el modelo de incentivos de ésta economía que se está derrumbando a pedazos.

Estamos en un círculo vicioso, los agentes económicos no crean confianza porque no tienen la garantía de ganancias y la población no confía en el sistema financiero porque ya no quieren que los agentes económicos ganen a ultranza.

Acierta Obama en poner límites a las ganancias de los dueños de las entidades financieras e industrias rescatadas, aciertan Sarkozy y Merkel en moralizar la economía y quizá por ello han mantenido margen de gobernabilidad ante una población demandante y enojada, pero nada ha sucedido que parezca una solución definitiva porque como las medidas no significan beneficio alguno para los voraces capitalistas, creadores de ésta crisis, que especulan para que la economía se siga hundiendo hasta lograr que los gobiernos vuelvan al esquema cíclico de la privatización de las ganancias.

Esta serie de intereses opuestos han colocado a los agentes financieros y a la población, afectada por la crisis, en una trayectoria de colisión con consecuencias terribles en que el Estado será presionado de tal manera que quedaría relegado a ser un mero observador de la guerra entre la población y los capitalistas, sin precedentes, y de magnitudes solo comparables con la Revolución Francesa.

Lo anterior supondría el establecimiento de nuevos paradigmas para redistribuir la riqueza del mundo, que es vastísima pero que se halla concentrada en unos cuantos habitantes; y sobre todo un nuevo enfoque del pensamiento económico que no ponga en el centro la utilidad del capitalista, sino el aprecio por el trabajo-ahorro por encima del de empleo-consumo, y de la fuerza de trabajo, es decir la valoración del componente humano como generador de la riqueza.

Sin tan solo distribuyéramos la cantidad de recursos que Bernard Madoff defraudó, entre todos los habitantes del planeta, le correspondería a cada ser humano la cantidad de 7.3 dólares, y si tomamos en consideración que cincuenta mil millones de dólares no significan nada ante toda la riqueza mundial que se ha generado en las grandes potencias capitalistas, bien se podría distribuir todos esos activos entre toda la población mundial, garantizando así una vida digna para todos y cada uno.

Volviendo al tema de la Revolución francesa, la rebelión trajo como resultante la distribución del poder pero también la superación definitiva de la concepción absolutista y el advenimiento de lo que hoy conocemos como la democracia liberal, movimiento ideológico que ha penetrado tan hondamente las conciencias, que hoy ya sería imposible volver a instaurar un régimen absolutista en el mundo.

Por eso, para el caso de esta crisis financiera global, tomo la referencia francesa porque todo apunta al estallido de un conflicto violento entre capitalistas y población que devendría en el despojo de la riqueza –lícita o ilícita- que han acumulado los agentes económicos, para distribuirla de mejor manera entre toda la población, solo es cosa de que la estulticia financiera y la necedad egoísta de los capitalistas encuentre una coyuntura en alguna parte del mundo para desatar la revolución global del siglo XXI.

Lo anterior también apuntaría al planteamiento de un nuevo pensamiento económico que ponga por delante al hombre y después a la riqueza y que sea capaz de superar el, ahora ya anacrónico, concepto de “tengo luego existo” en que ha degenerado nuestra sociedad contemporánea.

La valoración del ser humano y lo que significa en sí mismo tiene que derribar de su altar al “dios dinero” y colocar en su lugar al trabajo humano como elemento fundamental de la economía del siglo XXI, no hay que olvidar que el dinero se hizo para facilitar el intercambio por lo que solo constituía un medio para obtener satisfactores, hoy en cambio el dinero se volvió un fin por el cual los individuos son capaces de olvidarse de su condición y dignidad humana para llegar hasta denigrarse y acabar con al vida de otros seres humanos en el enfermizo afán de acumular dinero.

La equivocada valoración del dinero es la que ha pervertido al sistema económico global porque le ha quitado valor al ser humano y ha sujetado su voluntad y sus capacidades creativas y productivas a una estandarización subjetiva que da incentivos a la astucia y no al trabajo físico o intelectual.

Cuando el dinero fiduciario viene a representar el total de los bienes y servicios de una población es cuando se vuelve estúpidamente inculta la economía y pierde sentido todo lo que le da sentido de pertenencia al hombre, se termina enajenando, ya no vale el acumulado histórico que le da peso cultural a los bienes de la sociedad ni el valor agregado de un servicio prestado en tiempos pasados; sino que el aquí y el ahora mandan.

Precisamente por eso surgen estos engendros mal llamados “genios de la economía”, que asumen una posición de control ficticia al pretender “concentrar” la mayor cantidad de bienes y servicios potenciales de la humanidad, ¿Se trata acaso de una nueva suerte de esclavismo o del autoengaño de una partida de idiotas que creen poseer virtualmente lo que nunca podrán tener realmente?

Y lo más grave es cuando las poblaciones y los gobiernos se tragan el anzuelo y caen en los juegos sucios de sujetos como Madoff y Stanford, entre muchos otros, y hasta se les teme, vaya tan estúpida se ha vuelto la sociedad que se le teme más a un supuesto valor monetario, que a la capacidad de fuerza que pueda ejercer una turba iracunda.

Si el valor del dinero fiduciario lo asigna “legalmente” un gobierno, no debería existir problema en que el propio aparato del poder público ejerza su autoridad y desvanezca el valor que tienen los títulos y papel moneda de personajes como Madoff y Stanford, entre otros, y transferirlo a todos aquellos que fueron defraudados.

Lo anterior desde luego que supone la desconfianza de los poderosos agentes financieros por la falta de certeza sobre las ganancias, pero no debemos irnos con la finta, insisto en que el valor real de los bienes y servicios precisamente está en el trabajo invertido en ellos y no en el dinero que presume representarlo.

Pensar contra esta afirmación es casi admitir que el ser humano no vale y que es mejor asesinar a la mitad de la población del planeta para que desaparezca la incertidumbre financiera “menos burros más olotes”

Pienso que estamos llegando a un punto sin retorno en que el raciocinio humano llevará a quitarle al dinero su valor representativo y deberá convertirse en un activo real sustentado en el trabajo físico e intelectual invertido; dicen que las profecías mayas lo vaticinan.

Tratando de ser optimista, estaríamos ante el advenimiento de otro florecimiento intelectual que ponga al ser humano en el centro del mundo, otro Renacimiento.

Y entonces, como a mediados del milenio pasado, podremos enviar al destierro a la trasnochada y oscura idea de un dios (ahora financiero) que todo lo controla, para volver a la idea del hombre, haciendo su propio destino.

miércoles, 21 de enero de 2009

Gigantes económicos, pigmeos intelectuales


El 20 de enero de 2009 ha de pasar a la historia universal por el significado filosófico que él entraña; hay que admitirlo, en el Imperio ha habido una transformación radical de los paradigmas que exige una altura de miras y una gran capacidad intelectual para comprender los significados emblemáticos de la asunción del miembro de una minoría étnica al gobierno más influyente del planeta.

La ocasión exigía a su protagonista, ponerse al nivel del acontecimiento y su alocución no podía ser ramplona, ni someterse a las coyunturas y el canto de las sirenas, hay que comprender que no todos los días se registran acontecimientos como los que testificamos millones de personas sobre la faz de la tierra.

Barack Obama tiene la precaución de elaborar sus propios discursos para no ser sujeto de los intereses de quienes quisieran escuchar lo que los satisfaga; me parece bien el tinte simbólico, esperanzador e ideológico que el nuevo presidente de los Estados Unidos de América plasmó en su ejercicio retórico.

Sin ser un partidario de Obama, tengo que aceptar que en su disertación recogió lo que le da sentido a la grandeza estadounidense; sin demeritar a uno solo de los ciudadanos americanos, hace al más humilde y al más grande de sus habitantes, sentirse parte de un plan más grande que los tiempos y los intereses individuales y los compromete verdaderamente a trabajar incesantemente por su propio beneficio pero también por el bienestar de su nación.

Pero el capítulo triste de esta historia es que los agentes económicos no reaccionaron a la magnitud simbólica del acontecimiento histórico del que fuimos testigos y se comportaron tan mezquinamente como Santo Tomás, con un estúpido materialismo sólo proporcional a su riqueza económica, no tuvieron la capacidad intelectual de discernir las palabras del nuevo inquilino de la Casa Blanca, y los mercados de capitales se desplomaron.

Afirman que el Presidente Obama fue ambiguo y no mencionó nada sobre la crisis financiera internacional, ni de cómo superarla; si damos una revisada al discurso inaugural del nacido en Hawaii, fácilmente podremos advertir que puso a la crisis financiera mundial en su dimensión exacta y acusó que ésta se debió a “la codicia y la irresponsabilidad de algunos”, afirmó que terminó el periodo de la protección de los “estrechos intereses” del “inmovilismo” y de “aplazar decisiones desagradables”.

Quedó muy claro el postulado de que, ante los problemas que enfrentan los Estados Unidos y el mundo, hay la capacidad para resolverlos y así se hará; desde luego que no se estableció una receta porque no existe, hay que crearla, hay que innovar. Bien decía Albert Einstein “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”

Obama dijo que la grandeza de Estados Unidos no es un regalo, que hay que ir a ganarla, sin atajos, sin pusilánimes, ociosos o hedonistas de la riqueza y la fama, que parecieran ser los ideales de los agentes económicos que crearon el caos en que hoy está sumergido el mundo.

El mensaje ha sido muy claro, y clara ha quedado la estrechez intelectual de los agentes económicos del mundo, si Wall Street y el mundo de los capitales no tienen la altura de miras para entrar en la nueva era por la que el mundo debe transitar, entonces no hay lugar para ellos, deben ser reemplazados.

En la nueva era del conocimiento no cabe la pobreza intelectual de la que presumen los que ostentan la riqueza material del mundo.

lunes, 19 de enero de 2009

El fantasma totalitario



Barack Obama, el nuevo presidente de los Estados Unidos de América, ya ha pasado a la historia universal por el significado de su investidura en los tiempos en que se agolpan apresuradamente los nuevos paradigmas.

Sin embargo, veo con preocupación que los hechos parecieran más responder a una reacción desesperada, que a una transformación de las conciencias; el Estados Unidos del final de la primera década del Siglo XXI, tiene más las características de un país en vías de desarrollo que las de una gran potencia mundial.

Crisis política, crisis de valores sociales, supresión de libertades, crisis alimentaria, cierre de fronteras, una clase política devaluada y la más severa crisis económica y financiera de que se tenga memoria; hacen pensar en que nos referimos a una de las llamadas “repúblicas bananeras” y no a la más grande potencia del Siglo XX.

Especulando sobre las cavilaciones que los electores americanos habrán hecho para hacer triunfar al Senador por Illinois y no al de Arizona, se me antojan más al fruto de la decadencia del imperio y la necesidad de encontrar referentes simbólicos que signifiquen “algo nuevo”

De ser cierta la especulación, Obama encaja perfectamente en las coordenadas y, por lo tanto, renueva la esperanza del pueblo estadounidense, pero también crea expectativas demasiado elevadas, que si no se satisfacen, terminarán por destruir la confianza ciudadana; además de que, no hay que olvidar que el nuevo Presidente es negro y con apellido islámico, apenas y pretexto ideal para que los puristas y racistas americanos, que tanta influencia ideológica tienen en toda la nación, le ataquen constantemente.

Ahora no me preocupa tanto que los grupos racistas de los Estados Unidos pretendan atentar contra la vida del Presidente Obama pero, qué pasaría si, a pesar de sus buenos oficios y su excelente equipo de colaboradores, no se pudiera recuperar la confianza financiera y la economía estadounidense cayera en una espiral irrefrenable.

Los grupos racistas de Estados Unidos aprovecharían la coyuntura, no para denunciar a los tramposos en el juego económico que afectaron la confianza, sino para señalar –con dedo flamígero- una cierta incapacidad intelectual de todo lo que signifique una minoría racial o étnica, para gobernar y administrar a la nación más influyente del planeta.

De suceder esta fatídica observación, estaríamos en peligro de que el fantasma totalitario, que asoló a la Europa de la primera mitad del Siglo XX, se aparezca en nuestro continente para reavivar la justificación de movimientos tan deleznables como el fascismo y el nazismo.

Esas historias ya las vivió la humanidad, y estamos a tiempo de evitarlas, tenemos que empujar la transformación de las sociedades desde su cuarto de máquinas –el pueblo- porque en realidad, los gobiernos solo son los notarios certificados, para dar fe pública de lo que sus naciones hacen a lo largo del tiempo.

miércoles, 14 de enero de 2009

¿Qué pasará con la economía del Siglo XXI?


La naturaleza humana se caracteriza por la competencia como medio de supervivencia humana en un entorno de escasez de bienes, ello explica la recolección, la cacería, la agricultura, la guerra y la posesión.

Siempre los más aptos acumulan más bienes y tienen ventajas de supervivencia con respecto a otros individuos o grupos humanos; hasta aquí la naturaleza humana.

Sin embargo, su perversión es cuando se transita de la competencia a la acumulación de los bienes que nunca se habrán de consumir, con el objeto de establecer el control sobre sus semejantes, entiéndase el Poder.

El poder se ejerce cuando el excedente se intercambia por bienes que posee otro individuo que necesita, a como dé lugar, el bien original ya acaparado y está dispuesto a dar lo que sea para acceder a él.

Si bien, esto pareciera historia antigua de la economía, la cruel realidad es que se trata de la fotografía instantánea que se puede tomar de la actual crisis financiera y económica mundial.

La perversión acumulativa de los grandes agentes económicos mundiales en detrimento de otros agentes económicos y de inmensas capas de la población mundial, han creado la desconfianza del verdadero motor de la economía; la población que produce.

Así como fracasó el comunismo por la perversa idea de que el gobierno era el único facultado para acaparar la riqueza de una nación para “distribuirla” equitativamente; el capitalismo ha entrado en una severa crisis por la perversa idea de que los libres agentes económicos tienen el derecho de acumular la riqueza, sin controles, para generar mayor riqueza. El problema no está en el pensamiento económico, sino en los vicios humanos vertidos sobre las ideas.

La pregunta que me surge es: ¿Para qué diablos quiere un sujeto como Bernard Madoff cincuenta mil millones de dólares, qué puede hacer con tanto dinero obtenido de manera fraudulenta?

Hagamos una simple operación aritmética para entender el grado de enajenación y estupidez que el hombre puede alcanzar para tener pretensiones acumulativas de esa naturaleza.

Suponiendo que un individuo, para vivir muy dignamente, tuviera a su disposición mil dólares diarios para gastarlos, y recalco gastarlos, en lo que sea durante toda su vida, la suma nos arroja la cantidad de $32,850,000 dólares si consideramos un promedio de vida de 90 años.

Si Madoff pretendiera gastarse ese dinero, a razón de mil dólares diarios, debería llegar a más de 100 mil años de vida; las matemáticas no dan.

Cuál es el afán enfermizo de un gran capitalista por acumular un dinero que nunca se podrá acabar ni él ni toda su descendencia en miles de años.

Y el caso Madoff no es el único, así pues, hay unos cuantos multimillonarios en el mundo que nunca se van a acabar la riqueza que han acumulado, mientras que hay 1,300 millones de pobres en el mundo a los que se les podría dar dos mil quinientos dólares a cada uno para que los haga crecer y no afectaría la riqueza de los grandes agentes económicos mundiales.

El principio del crédito está en su nombre, credere es creer en el compromiso de pago de una persona que hoy no puede pagar y en base a ello se construyó el emporio económico que hoy se está tambaleando como un gigante con pies de barro.

Cuando los promotores de la certidumbre financiera traicionaron a la población, que en realidad sostiene a la economía y transfiere la riqueza de abajo hacia arriba, perdieron algo más valioso que los millones y millones de dólares, se ha perdido toda posibilidad de volver a creer en el dinero futuro, todo se requerirá al contado, cosa que ni los más grandes potentados pueden garantizar.

El Presidente de Francia propone moralizar la economía, pero si pensamos en la etimología de lo moral, estamos aludiendo a la costumbre, y francamente las costumbres económicas de todo tiempo han resultado altamente deshumanizantes.

Cuando se habla de generación de fuentes de empleo, apelo a Pier Luigi Zampetti y traduciría el término en “fuentes de utilización”, porque no se trata de dar una oportunidad productiva a los individuos, sino de contratar mano de obra temporal y barata para asegurar la liquidez para el consumo; se trata de crear fuentes de trabajo con todo su valor intrínseco, porque tal pareciera que el trabajo ya no vale nada, sino el dinero que se pueda producir, sin importar que este provenga de fraudes, despojos, tráfico de armas, drogas, personas, guerras y demás conductas que nos alejan cada vez más de lo humano y lo humanista, y que han hecho de la economía -basada en capitales- la más estúpida idea de todos los tiempos, reflejo de la estrechez intelectual en que ha caído la humanidad.

Lo primero que hay que hacer para reconfigurar los paradigmas económicos es la innovación sin renunciar a los principios, es decir, el principio de la economía es el intercambio de bienes o servicios, y el principio de la revolución industrial es aumentar la producción sin afectar la calidad de vida del obrero.

Algo debe haber en la historia del comercio que lo ha mantenido con vida desde que el hombre es hombre y esta actividad no desaparecerá aunque se destruya el actual modelo económico.

Quizá el trueque de bienes con valor intrínseco a nivel macroeconómico rescate las ambiciones locales de acumulación del papel moneda que genera disparidades en las ciudades y los países.

Quizá sea necesario poner un tope a la acumulación de capitales líquidos para evitar ambiciones desmedidas y para distribuir la riqueza excedente en segmentos menos favorecidos, con la promesa del beneficiado de que también generará riqueza y no pretenderá vivir a expensas de otros por siempre.

Quizá sea necesario dejar que se termine de derrumbar el actual modelo económico para –como la Europa de la posguerra- contemplando las ruinas, la muerte y la destrucción, se nos ocurran ideas más justas y podamos resurgir como el ave fénix de nuestras propias cenizas y miserias.

Tal vez lo que necesitamos sea un modelo propio, resultado híbrido de los modelos existentes, o uno totalmente novedoso, que sea compatible con los ideales de nuestra idiosincrasia y valores sociales, sin interferencia de modelos exógenos y que pueda satisfacer las necesidades de generación de riqueza, trabajo bien remunerado, vida digna y bienestar para toda la población.

Ya es justo ¿No lo cree usted así?