"Si tu enemigo está equivocándose, no le distraigas"
Este aforismo, que es propio de la estrategia militar, no puede ser más sabio si entendemos a la política como una suerte de guerra por vías civilizadas.
El caso aplica perfectamente para el proceso electoral de los Estados Unidos, porque mientras la mayoría de las encuestas favorecen a Barack Obama, subyace en el ánimo de los electores la posibilidad de que se imponga el stablishment y los resultados terminen favoreciendo a John McCain solo hasta el día de la elección.
Resulta ser que la crisis crediticia de los Estados Unidos ha dejado muy mal parado al partido republicano y ha aumentado los bonos de los demócratas que tienen la ocasión perfecta para acusar a Bush y su camarilla ultraconservadora de los males del pueblo estadounidense, sin que McCain pueda ofrecer una defensa convincente.
Y cuando todo hace indicar, en la forma, que Obama podría ser Presidente, ahora aparece en la palestra el "acérrimo enemigo" de Bush, Osama Bin Laden para reconocer al Senador de Illinois, casi como si estuviera apoyándolo públicamente.
Eso es una bomba para el frágil ánimo de "Joe the Plumber" o como diríamos en México, Juan de la Calle; porque el enemigo de la nación de las barras y las estrellas hace una suerte de apoyo público al demócrata.
Las palabras de Bin Laden son oxígeno puro para el decaido ánimo de los repúblicanos, porque ahora tienen la ocasión perfecta para vincular a Barack Hussein Obama con los musulmanes extremistas y, en consecuencia, reorientar el voto que ya los tenía en la lona.
Si Bin Laden en verdad tuviera por enemigo a Bush y su cofradía, habría dicho en su mensaje los negocios que su familia tiene con la del Presidente de Estados Unidos, o al menos permanecería callado contemplando cómo se desmoronaba lentamente el proyecto republicano.
Ahora, en cambio, si Obama ya tenía sobre sí la sombra del "Efecto Bradley", ahora tiene que lidiar también para deslindarse de los comentarios que los republicanos harán a colación de las palabras del líder de Al-Qaeda.
Pareciera que la sociedad Bin Laden-Bush va más allá de los simples negocios y pareciera perfilarse a toda una estrategia de perversos montajes que legitiman a la camarilla del texano.