viernes, 31 de octubre de 2008

Bin Laden, Jefe de campaña de McCain






"Si tu enemigo está equivocándose, no le distraigas"


Este aforismo, que es propio de la estrategia militar, no puede ser más sabio si entendemos a la política como una suerte de guerra por vías civilizadas.
El caso aplica perfectamente para el proceso electoral de los Estados Unidos, porque mientras la mayoría de las encuestas favorecen a Barack Obama, subyace en el ánimo de los electores la posibilidad de que se imponga el stablishment y los resultados terminen favoreciendo a John McCain solo hasta el día de la elección.

Resulta ser que la crisis crediticia de los Estados Unidos ha dejado muy mal parado al partido republicano y ha aumentado los bonos de los demócratas que tienen la ocasión perfecta para acusar a Bush y su camarilla ultraconservadora de los males del pueblo estadounidense, sin que McCain pueda ofrecer una defensa convincente.
Y cuando todo hace indicar, en la forma, que Obama podría ser Presidente, ahora aparece en la palestra el "acérrimo enemigo" de Bush, Osama Bin Laden para reconocer al Senador de Illinois, casi como si estuviera apoyándolo públicamente.
Eso es una bomba para el frágil ánimo de "Joe the Plumber" o como diríamos en México, Juan de la Calle; porque el enemigo de la nación de las barras y las estrellas hace una suerte de apoyo público al demócrata.
Las palabras de Bin Laden son oxígeno puro para el decaido ánimo de los repúblicanos, porque ahora tienen la ocasión perfecta para vincular a Barack Hussein Obama con los musulmanes extremistas y, en consecuencia, reorientar el voto que ya los tenía en la lona.
Si Bin Laden en verdad tuviera por enemigo a Bush y su cofradía, habría dicho en su mensaje los negocios que su familia tiene con la del Presidente de Estados Unidos, o al menos permanecería callado contemplando cómo se desmoronaba lentamente el proyecto republicano.
Ahora, en cambio, si Obama ya tenía sobre sí la sombra del "Efecto Bradley", ahora tiene que lidiar también para deslindarse de los comentarios que los republicanos harán a colación de las palabras del líder de Al-Qaeda.
Pareciera que la sociedad Bin Laden-Bush va más allá de los simples negocios y pareciera perfilarse a toda una estrategia de perversos montajes que legitiman a la camarilla del texano.

Calderón ¿Y dónde queda la visión de Estado?


El Presidente de la República declaró en la capital salvadoreña, en el marco de la XIX Cumbre Iberoamericana, que debe haber un nuevo orden económico que ponga un mayor control estatal para evitar recesiones como las que experimentamos en nuestros días en todo el mundo.


Pareciera que en toda la clase política mexicana no existe ni un solo estadista, por el contrario, estamos plagados de politicos electoreros que gustan de los discursos complacientes y que acarrean el aplauso fácil para evitar el descontento de los votantes.


Parece mentira que con la cantidad de envidiables títulos universitarios que poseen los más destacados políticos de nuestro país, no tengan la hombría de asumir los problemas económicos que se encaran en nuestro tiempo y de enfrentar a los voraces apetitos de los especuladores que siempre provocan las crisis económicas, queda en evidencia el servilismo de la clase política al poder de algunos potentados tramposos.


Bien habría que dar clases de ética y valores a los políticos porque de nada les han servido los posgrados para tener un poquito de honestidad consigo mismos, queda en evidencia que también nuestros eminentes políticos son analfabetas funcionales.


No hace falta ser Keyness ni un premio nóbel de economía para darse cuenta que las depresiones económicas no obedecen a errores de sistema, sino a las deslealtades y vicios humanos de algunos jugadores que en su desmedido afán de riqueza terminan desequilibrando la distribución de las rentas nacionales y mundiales.


La recesión de nuestro tiempo no es necesariamente por robos o desfalcos de los principales agentes económicos de los Estados Unidos, sino por la deconfianza de las masas de pequeños jugadores que no están dispuestos a participar en un juego en el que "la casa siempre gana" y los apostadores aficionados siempre pierden.


En todo caso, se ha llegado al punto de la socialización de la riqueza mundial, porque ahora la recuperación económica depende de la confianza del público, y lo que queda a los grandes jugadores es la automesura.


Para los apetitos desmedidos de riqueza no hay cura, ley, ni reglas de gobiernos que los puedan impedir, porque se trata de pasiones humanas, y en ese libre albedrío ni Dios se puede meter, ahora entendemos que la economía, como los seres vivos tienen sus medios naturales para ordenar los desequilibrios.


Insisto, no es el momento del discurso cachavotos de acusar al modelo; vaya el comercio -base de la economía de libre mercado- es tan antiguo como la misma humanidad y si fuera malo de origen ya habría desaparecido hace miles de años, que Calderón no se vaya con la finta de querer rebasar por la izquierda en curva, porque podríamos tener un accidente mortal, solo por miedo a perder votos, que quede claro, el estatismo que propone la izquierda es una idiotez que crea más pobreza.


Lo que debe hacer el Estado es castigar a los grandes jugadores que crean las recesiones, cómo, pues de la manera más lógica y dónde más les duele, en la pérdida de la apuesta, los rescates económicos son excelentes salidas pero cuando se trata de las instituciones financieras, no de sus propietarios; eso sí recupera la confianza del público en sus autoridades y en sus agentes económicos.


Estados Unidos va a la caza de los causantes de la crisis crediticia no de los bancos, ¿Qué ha hecho México en ese sentido?


¿O son tan estultos nuestros políticos como para tenerle más miedo al amago de los empresarios desleales que al de una AK-47?