El ex presidente y ahora líder ideológico de la República Cubana, Fidel Castro Ruz, reaccionó a las declaraciones del Presidente mexicano Felipe Calderón en torno a la cancelación de su Visita de Estado a la isla a mediados de 2009, y acusó al gobierno de México de ocultar la información relativa al virus de influenza humana A-H1N1, para que no se frustrara la visita oficial del Presidente de Estados Unidos Brack Obama a la nación mexicana.
Si bien, en la primera lectura parece una respuesta virulenta de Castro contra las declaraciones sarcásticas y desafortunadas del Presidente de México para cancelar su visita oficial; lo cierto es que las afirmaciones de Castro dan espacio para el análisis sobre los motivos para exponerlas, tomando en cuenta que el ex presidente cubano “no da paso sin huarache”
Primeramente hay que entender que Fidel Castro ya no ostenta ninguna dignidad ni representación oficial del Estado Cubano, y en consecuencia, no deberían tomarse en consideración sus declaraciones porque no es nadie para hacerlas, y el hecho de que el gobierno mexicano responda pone en evidencia, una vez más, a la diplomacia mexicana como falta de oficio, por decir lo menos, cualidad que sí entiende Castro, que ha utilizado en su favor para colocarse en la escena política continental.
Pero más allá del acierto político de Castro, podemos especular sobre los motivos colaterales que pudiera tener el líder cubano para subir a la palestra con un tema tan fuera de lugar y que pone de nuevo en tensión a las relaciones diplomáticas entre México y La Habana.
Y la hipótesis cándida sería la de acusar a México para descargar en otros la posibilidad de que se desate una epidemia catastrófica para la isla y así justificar la falta de operatividad e insumos para superar la emergencia sanitaria en un país que presume de tener uno de los mejores sistemas de salud del mundo, ¿Será acaso que el sistema de salud cubano es mucho más vulnerable de lo que podríamos pensar?
Pero como “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta” extraña el hecho de que Cuba señale a México por ocultar información, cuando precisamente Cuba ocultó durante 16 días que tenía, en su territorio, a un mexicano contagiado del virus de la influenza humana, y no sólo eso, sino que hasta el momento, no se sabe de quién se trata, dónde se encuentra hospitalizado y cuál es su estado de salud, y como el gobierno cubano, que no es Castro, ha tomado medidas sanitarias que afectan el transporte con México, y además no ha habido un pronunciamiento oficial de La Habana, es entonces que surge la segunda y más perversa hipótesis.
El presidente de los Estados Unidos ha flexibilizado las políticas contra el régimen de La Habana e incluso no descartó la posibilidad de levantar el embargo a la isla, y a este esfuerzo México se ofreció de inmediato para mediar entre Washington y La Habana con el objeto de lograr ese propósito que sacaría a Cuba definitivamente de su lamentable situación política.
Si se levantara el embargo, necesariamente se tendrían que acelerar las transformaciones democráticas y económicas en Cuba y entonces la historia ideológica de todo el continente americano y el equilibrio de fuerzas se transformarían para siempre.
Pero qué pasaría si la fórmula Washington-México-La Habana se echa a perder, precisamente acusando a México de poner en riesgo la vida del Presidente de Estados Unidos y en consecuencia de propagar una perversa epidemia por el mundo, en donde Cuba no tendría la capacidad de mantener viva a su población.
En el momento en que se tensen las relaciones entre México y los Estados Unidos, y al mismo tiempo entre Cuba y México, se elimina al mediador y se conjura nuevamente la posibilidad de un entendimiento entre Cuba y los Estados Unidos que haga posible el fin del embargo.
No hay que olvidar que el principal beneficiario del embargo a Cuba se llama Fidel Castro.
El líder cubano necesita que el embargo se mantenga para tener un pretexto ideológico que lo haga sobrevivir en un mundo que ya lo rebasó; necesita mantener el liderazgo moral sobre Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Perú, El Salvador, Guatemala y el Caribe, y si desaparece el pretexto, Castro se desvanece con el humo de los cañones revolucionarios.
Si bien, en la primera lectura parece una respuesta virulenta de Castro contra las declaraciones sarcásticas y desafortunadas del Presidente de México para cancelar su visita oficial; lo cierto es que las afirmaciones de Castro dan espacio para el análisis sobre los motivos para exponerlas, tomando en cuenta que el ex presidente cubano “no da paso sin huarache”
Primeramente hay que entender que Fidel Castro ya no ostenta ninguna dignidad ni representación oficial del Estado Cubano, y en consecuencia, no deberían tomarse en consideración sus declaraciones porque no es nadie para hacerlas, y el hecho de que el gobierno mexicano responda pone en evidencia, una vez más, a la diplomacia mexicana como falta de oficio, por decir lo menos, cualidad que sí entiende Castro, que ha utilizado en su favor para colocarse en la escena política continental.
Pero más allá del acierto político de Castro, podemos especular sobre los motivos colaterales que pudiera tener el líder cubano para subir a la palestra con un tema tan fuera de lugar y que pone de nuevo en tensión a las relaciones diplomáticas entre México y La Habana.
Y la hipótesis cándida sería la de acusar a México para descargar en otros la posibilidad de que se desate una epidemia catastrófica para la isla y así justificar la falta de operatividad e insumos para superar la emergencia sanitaria en un país que presume de tener uno de los mejores sistemas de salud del mundo, ¿Será acaso que el sistema de salud cubano es mucho más vulnerable de lo que podríamos pensar?
Pero como “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta” extraña el hecho de que Cuba señale a México por ocultar información, cuando precisamente Cuba ocultó durante 16 días que tenía, en su territorio, a un mexicano contagiado del virus de la influenza humana, y no sólo eso, sino que hasta el momento, no se sabe de quién se trata, dónde se encuentra hospitalizado y cuál es su estado de salud, y como el gobierno cubano, que no es Castro, ha tomado medidas sanitarias que afectan el transporte con México, y además no ha habido un pronunciamiento oficial de La Habana, es entonces que surge la segunda y más perversa hipótesis.
El presidente de los Estados Unidos ha flexibilizado las políticas contra el régimen de La Habana e incluso no descartó la posibilidad de levantar el embargo a la isla, y a este esfuerzo México se ofreció de inmediato para mediar entre Washington y La Habana con el objeto de lograr ese propósito que sacaría a Cuba definitivamente de su lamentable situación política.
Si se levantara el embargo, necesariamente se tendrían que acelerar las transformaciones democráticas y económicas en Cuba y entonces la historia ideológica de todo el continente americano y el equilibrio de fuerzas se transformarían para siempre.
Pero qué pasaría si la fórmula Washington-México-La Habana se echa a perder, precisamente acusando a México de poner en riesgo la vida del Presidente de Estados Unidos y en consecuencia de propagar una perversa epidemia por el mundo, en donde Cuba no tendría la capacidad de mantener viva a su población.
En el momento en que se tensen las relaciones entre México y los Estados Unidos, y al mismo tiempo entre Cuba y México, se elimina al mediador y se conjura nuevamente la posibilidad de un entendimiento entre Cuba y los Estados Unidos que haga posible el fin del embargo.
No hay que olvidar que el principal beneficiario del embargo a Cuba se llama Fidel Castro.
El líder cubano necesita que el embargo se mantenga para tener un pretexto ideológico que lo haga sobrevivir en un mundo que ya lo rebasó; necesita mantener el liderazgo moral sobre Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Perú, El Salvador, Guatemala y el Caribe, y si desaparece el pretexto, Castro se desvanece con el humo de los cañones revolucionarios.
Todo hace indicar que lo que más le preocupa a Fidel Castro es Fidel Castro y ha utilizado a los pueblos de América como pretexto para serle fiel a su proyecto personal y para no ser juzgado por la historia mientras siga viviendo.