viernes, 31 de octubre de 2008

Calderón ¿Y dónde queda la visión de Estado?


El Presidente de la República declaró en la capital salvadoreña, en el marco de la XIX Cumbre Iberoamericana, que debe haber un nuevo orden económico que ponga un mayor control estatal para evitar recesiones como las que experimentamos en nuestros días en todo el mundo.


Pareciera que en toda la clase política mexicana no existe ni un solo estadista, por el contrario, estamos plagados de politicos electoreros que gustan de los discursos complacientes y que acarrean el aplauso fácil para evitar el descontento de los votantes.


Parece mentira que con la cantidad de envidiables títulos universitarios que poseen los más destacados políticos de nuestro país, no tengan la hombría de asumir los problemas económicos que se encaran en nuestro tiempo y de enfrentar a los voraces apetitos de los especuladores que siempre provocan las crisis económicas, queda en evidencia el servilismo de la clase política al poder de algunos potentados tramposos.


Bien habría que dar clases de ética y valores a los políticos porque de nada les han servido los posgrados para tener un poquito de honestidad consigo mismos, queda en evidencia que también nuestros eminentes políticos son analfabetas funcionales.


No hace falta ser Keyness ni un premio nóbel de economía para darse cuenta que las depresiones económicas no obedecen a errores de sistema, sino a las deslealtades y vicios humanos de algunos jugadores que en su desmedido afán de riqueza terminan desequilibrando la distribución de las rentas nacionales y mundiales.


La recesión de nuestro tiempo no es necesariamente por robos o desfalcos de los principales agentes económicos de los Estados Unidos, sino por la deconfianza de las masas de pequeños jugadores que no están dispuestos a participar en un juego en el que "la casa siempre gana" y los apostadores aficionados siempre pierden.


En todo caso, se ha llegado al punto de la socialización de la riqueza mundial, porque ahora la recuperación económica depende de la confianza del público, y lo que queda a los grandes jugadores es la automesura.


Para los apetitos desmedidos de riqueza no hay cura, ley, ni reglas de gobiernos que los puedan impedir, porque se trata de pasiones humanas, y en ese libre albedrío ni Dios se puede meter, ahora entendemos que la economía, como los seres vivos tienen sus medios naturales para ordenar los desequilibrios.


Insisto, no es el momento del discurso cachavotos de acusar al modelo; vaya el comercio -base de la economía de libre mercado- es tan antiguo como la misma humanidad y si fuera malo de origen ya habría desaparecido hace miles de años, que Calderón no se vaya con la finta de querer rebasar por la izquierda en curva, porque podríamos tener un accidente mortal, solo por miedo a perder votos, que quede claro, el estatismo que propone la izquierda es una idiotez que crea más pobreza.


Lo que debe hacer el Estado es castigar a los grandes jugadores que crean las recesiones, cómo, pues de la manera más lógica y dónde más les duele, en la pérdida de la apuesta, los rescates económicos son excelentes salidas pero cuando se trata de las instituciones financieras, no de sus propietarios; eso sí recupera la confianza del público en sus autoridades y en sus agentes económicos.


Estados Unidos va a la caza de los causantes de la crisis crediticia no de los bancos, ¿Qué ha hecho México en ese sentido?


¿O son tan estultos nuestros políticos como para tenerle más miedo al amago de los empresarios desleales que al de una AK-47?

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