viernes, 12 de diciembre de 2008

México y la guerra contra sí mismo


Cuando todos pensábamos que la estulticia foxista había terminado, resulta que ahora nos topamos con un calderonismo que tiene en su guerra contra la delincuencia, la receta de su propio fracaso.

Y es que el Presidente de la República peca de grandísimo ingenuo al creer que se va a erradicar una delincuencia organizada que se alimenta precisamente de la permisiva cultura cívica que todos los mexicanos tenemos, luchar contra ello sería desatar una rebelión más pavorosa que la de 1910.

Calderón se equivoca si cree que con le tecnificación, información, inteligencia y estado de fuerza se combatirá al crimen; y es que el delito está arraigado en lo más profundo de las células del mexicano; hace unos días señalé a una señora, compradora de buena fe, por adquirir un disco pirata, le hice ver que se hacía cómplice de la delincuencia organizada, y la señora sin inmutarse se justificó en que el precio es más bajo.

Ahora resulta que el mexicano común estaría en condiciones de acostumbrarse a vivir en un permanente estado de zozobra con tal de que no se salga de su círculo de confort, no cabe duda, México es un país de idiotas.

Ya Giulliani propuso la “tolerancia cero” pero fue considerada inviable por el Gobierno del Distrito Federal porque no aplicaba para las características sociales de los mexicanos, entiéndase perder la clientela política que vive de la economía informal y que tendría como repercusión, la derrota electoral.

Si el Presidente en verdad se compromete a acabar con el crimen y la cultura de la ilegalidad, tendrá que ponerle barrotes a los límites territoriales de la República y solo dejar una pequeña porción para el 20% de los mexicanos que si cumplen cabalmente con las leyes de éste país.
Es triste tener que admitirlo, el Estado Mexicano sucumbió ante la ilegalidad y el crimen.

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