Las elecciones generales en los Estados Unidos en el año 2008 pasarán a los hechos trascendentes en la historia de ese país con importantes repercusiones en el mundo entero.
Y es que hay situaciones inéditas que seguramente marcarán un hito en las formas y en el fondo de las relaciones políticas y sociales.
Por principio de cuentas, las elección presidencial del año 2000 en Estados Unidos fue de las más cuestionadas de la historia, porque no se resolvió en las urnas, sino en la Suprema Corte de Justicia ante la duda de los resultados en Florida, estado gobernado por Jeff Bush, de tal suerte que George W. Bush hizo su juramento en medio de disturbios y una gran sospecha.
En seguida, los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, movieron al gobierno de los Estados Unidos a una política de puertas cerradas en que la censura editorial, el recio control migratorio, la supresión de ciertas libertades y la arbitrariedad de estado contra los ciudadanos que despertaran la mínima sospecha, hicieron de la "tierra de la libertad", una suerte de dictadura tropical al más puro estilo cubano.
A continuación, el 19 de marzo de 2003 el gobierno estadounidense se volvió mentiroso y corrupto cuando se sacó de la chistera una guerra contra Irak bajo el falso argumento de que este país preparaba armas de destrucción masiva; y para colmo de males ha sido una guerra que, en el análisis costo-beneficio, ha resultado un craso error y una de las derrotas militares más dolorosas para el país de las barras y las estrellas.
Continuando con las calamidades, en enero de 2008 en Estados Unidos se experimetó un déficit alimentario por los elevados costos de los comestibles en general que afectaron las reservas de alimentos en uno de los más importantes graneros del mundo, y a ello se sumó el encarecimiento de materias primas en una escalada especulativa que puso al precio del petróleo cerca de los 150 dólares por barril.
Finalmente en 2003 el entonces Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, defendió ante el Senado los Contratos Financieros Derivados, una medida para amortizar las pérdidas de las inversiones llevando la economía a muy altos riesgos -calificada en aquel tiempo un arma financiera de destrucción masiva- lo que trajo como consecuencia un quebranto en los créditos hipotecarios y la consecuente recesión de 2008 que ya ha empezado a superar los indicadores de la Gran Depresión de 1929 y que ha orillado a la quiebra de los bancos más importates en Estados Unidos y el mundo.
Dada la severa crisis económica, moral y política en los Estados Unidos, lo que podría ser una elección donde la mayoría conservadora inclinaría la balanza en favor de John Sidney MaCain III, podría tornarse en un voto de castigo que pondría en la Casa Blanca a los demócratas con Barack Hussein Obama Jr. al frente.
Y con eso se completaría el cuadro de una república bananera que tendría a un Presidente de color en un país con una economía decadente, con restricciones a las libertades ciudadanas, con una guerra perdida, con carencias alimentarias y con una clase política y financiera corrompida; que arrastra a una población deprimida, desconfiada, enojada y decepcionada de su gobierno; y que solo falta que salga a las calles con la protesta descontrolada, el disturbio y la anarquía.
No olvidemos que como en la antiguedad, los imperios se desmoronan desde adentro.
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